sábado, 4 de diciembre de 2010

El arte de recordar que estamos vivos,

Caminar, correr, llorar, reír, gritar, hablar, oler, escupir, defecar, bañarnos, abrazar, besar, comer, vomitar o sencillamente ser consientes de que estamos vivos sin necesidad de estar haciendo nada, pueden ser actos tan significantes que nos pueden hacer reflexionar sobre la vida desde la vida, sin necesidad de añadir nada mas. Cualquiera de las acciones anteriormente nombradas desde su sencillez y su cotidianidad nos generan sentimientos o sensaciones, que van desde el desagrado hasta la satisfacción, pero ¿que hace que una sencilla palabra que describe una acción cotidiana pueda llegar a expresarnos un pensamiento o una idea? ¿Por qué podríamos considerarle arte?


Para intentar respondernos estas preguntas escogeremos una acción y la analizaremos de tal manera que empezaremos a ver como esta tiene un universo alterno que nos hace reflexionar sobre su significado. Pero antes me aventurare a dar una definición de lo que para mi es el arte

A lo largo de la historia el concepto arte ha mutado de tal forma que poco a poco se ha ido fundiendo con la vida, ya el artista no es ese ser considerado genio creativo, el artista fue bajado del pedestal en el que se encontraba para convertirlo en un habitante mas del mundo, en un ser humana, que vive, llora, ríe, siente, que sencillamente existe y es el reflejo de su tiempo.


Los paradigmas de la técnica y el buen dibujo han sido superados aunque no olvidados, simplemente han pasado a un segundo plano, ya no importa el medio, tenemos un universo de posibilidades que nos pueden servir para hacer lo que deseamos, tenemos mas de 2000 años de historia del arte que nos sirven de consulta. Hoy el acto creativo es una acción humana en la cual todos nuestros sentidos están conectados de tal forma que poco importa el medio utilizado. Gracias a esto encontramos la magia de lo cotidiano, el mundo es un gran laboratorio de creación, el poder de las cosas que nos rodean es tan grande que son el reflejo de lo que somos.

El arte es ante todo un acto comunicativo en el cual mostramos al mundo un pensamiento, una idea o una sensación, ya no tenemos fronteras, -llego el momento en el que la vida ya no es una simple cuestión de pan y trabajo, ni tampoco una vida de ociosidad si no una obra de arte-1, en su sencillez y en su inmensidad.


En este gran laboratorio artístico encontramos objetos que nos comunican, que tiene una historia que contar o que nos recuerdan cosas, que pueden ser tan poderosa que puede llegar a sanar o ha alterarnos Nuestra percepción del mundo. Esto es para mi lo que puede llegar a ser el arte pero ¿por que una acción como caminar puede convertirse en una creación artística?


Caminante no hay camino


En un acto tan sencillo como caminar generamos momentos de meditación, caminante no hay camino, se hace camino al andar. Es un viejo refrán que nos hace reflexionar sobre esto, en busca del camino nos podemos desviar, podemos buscar nuevas opciones o simplemente repetir un mismo sendero de manera consecutiva hasta generar una nueva sensación, dejamos una huella en el espacio hecha con el cuerpo, un huella en la naturaleza, esta que para muchas es la manifestación de dios o simplemente dios en si mismo tiene un poder curativo tan grande que significando un lugar e intentar borrarlo podemos exorcizar nuestro demonios.


La sanacion espiritual utilizando la naturaleza como soporte es un acto milenario, con esto generamos una metáfora que hable del renacimiento espiritual, de una nueva añoranza, de una nueva forma de sentir y relacionarnos, en el recorrer con el espacio consecutivamente estamos reafirmando una y otra vez algo, y por medio de este recorrer la naturaleza de este lugar se altera, se transforma poco a poco hasta que se va volviendo cada ves mas visible su cambio. estamos dejando algo atrás, estamos acabando con un poco de vida, A partir del valor simbólico dado a un lugar del suelo, lo dejamos marchito casi muerto pero este se recupera vuelve a fortalecerse, renace.

Hacemos evidente los conceptos de muerte, vida y renacimiento, entendidos cada uno de ellos no como la muerte física, sino mas bien la muerte emocional, esa que nos afecta el espíritu, si es que tal concepto en realidad nos afecta o simplemente le estorba a esa parte de nosotros que sabemos esta hay pero no podemos describir, tal ves podríamos llamarle esencia o alma quizás. Pero la vida a la cual nos referimos no es la vida entendida como un simple respirar, sino VIVIR con letras grandes, VIVIR, ese vivir que tal ves ahora es mas intimo, mas propio por lo menos ahora creo es así, volver a nacer literalmente es imposible, es renacer en nosotros mismos a partir de la que nos da la vida, ósea la naturaleza.


El simple acto de caminar nos puede contar tantas cosas como queramos, es darle el valor verdadero a las cosas que exciten, la creación no es hacer algo de la nada, las cosas están hay no las apropiamos y las resignificamos, este es lo que hace que cualquier cosa pueda ser una obra de arte, cualquier acción humana por mas sencilla que parezca es un reflejo de lo que somos y nos cuenta algo.


Y ahora abordare otro tema que es fundamental para el desarrollo de mi trabajo, lo recuerdos, la memoria. El ser concientes que no solo somos presente que simplemente somos el resultado de unos acontecimiento que nos han moldeado.


Recuerdos de infancia


Los recuerdos de nuestra infancia siempre marcaran de una u otra manera nuestra forma de interactuar con el mundo. Empezamos a conocerlo con los juegos y travesuras, que sin ninguna pretensión, a veces nos enseñan de


Manera no tan agradable como es nuestra naturaleza. Entonces, eso que nos divertía sin darnos cuenta dio paso a formarnos con nuevas experiencias, y así sacarle a nuestro proceder por el mundo momentos que podríamos llamar constructivos.


La televisión o para ser mas exactos, las caricaturas, fueron los que nos mostraron universos paralelos, en las que muchas de las acciones humanas era y siguen siendo mostradas de una forma tan directa y absurda que no cabe duda de lo incoherentes que podemos llegar a ser. Es por esto que apropiándome de mis ídolos infantiles puedo mostrar de una manera divertida y absurda mis pensamientos con respecto al accionar del hombre en la actualidad, y ¿por que no? Burlarme también de mis propias experiencias.


Recordando la locura


Los recuerdos son los que nos definen como individuos, en ellos están los motivos por los cuales nos comportamos como lo hacemos. En cada acontecer de nuestra vida, nos relacionamos con individuos que sin quererlo y sin que lleguemos a percatarlo, nos afectan, logran influenciarnos con sus experiencias particulares y con las experiencias compartidas, pero, en este ir y venir por nuestra existencia hay momentos que nos marcan, nos perturban y ¿Por qué no decirlo? también nos alegran. Logrando así que con el pasar del tiempo cambiemos nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de relacionarlos con el.


Hay instantes en que sentimos lo frágiles que somos como cuerpo y mente, lo indefensos que estamos ante el mundo. Podemos darnos cuenta que en este más que en ningún otro momento histórico, el mundo y la naturaleza nos asustan. No podemos estar sin un montón de objetos que inventamos, objetos que “creamos” para protegernos, para alejarnos cada vez más de lo esencial.

En la mente están registrados nuestros principales defectos y virtudes, es allí donde en realidad nos encontramos como individuos particulares y únicos. Esta asimila todo lo que vemos, tocamos, olemos y saboreamos. Todos nuestros sentidos le dan información diariamente, hora tras hora, minuto tras minuto. Cada instante descubrimos cosas que siempre han estado ahí, pero que nunca quisimos sentir. Nos aterra el hecho de vernos reflejados en el mundo que inventamos. Sin embargo, sigue siendo obra nuestra. Esta es la realidad que estamos construyendo. Una construcción a costa de muchas destrucciones.


Percibir la locura es algo que no deseamos, porque cuando estamos cerca de ella nos hace sentir frágiles en todo el sentido de la palabra. Es en ese momento donde comprendemos que siempre está presente, que siempre nos acompaña, que nos rodea, que esta incrustada en nuestro ser. Sentirla cerca, olerla, poder llegar incluso a degustarla, no es algo que queramos experimentar. Nos negamos a ver las cosas tal y como son, nos inventamos mundos fantásticos y absurdos para no estar ante ella. No nos gusta vernos inmunes ni en peligro. Pero, no el peligro relacionado con el dolor o la agonía física, un peligro mucho menos controlable. El mental. Es ahí cuando en realidad nos convertimos en seres indefensos, ya que no sabemos cuándo, como, ni donde la mente nos pueda jugar una mala pasada. No sabemos si un recuerdo o una experiencia puedan llegar a marcarnos de tal manera que la mente como mecanismo de defensa decida desconectarse para no vivirlo más. Porque recordar es vivir y muchas veces quisiéremos olvidar, pero estamos atados a un presente y un pasado que simplemente existen y son inmodificables.

martes, 12 de octubre de 2010

Recordando la locura

Recordando la locura

Los recuerdos son los que nos definen como individuos, en ellos están los motivos por los cuales nos comportamos como lo hacemos. En cada acontecer de nuestra vida, nos relacionamos con individuos que sin quererlo y sin que lleguemos a percatarlo, nos afectan. Logran influenciarnos con sus experiencias particulares y con las experiencias compartidas, pero, en este ir y venir por nuestra existencia hay momentos que nos marcan, nos perturban y ¿Por qué no decirlo? también nos alegran. Logrando así que con el pasar del tiempo cambiemos nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de relacionarlos con el.

Hay momentos que sentimos lo frágiles que somos como cuerpo y mente, lo indefensos que estamos ante el mundo. Podemos darnos cuenta que en este más que en ningún otro momento histórico, el mundo y la naturaleza nos asustan. No podemos estar sin un montón de objetos que inventamos, objetos que “creamos” para protegernos, para alejarnos cada vez más de lo esencial.

En la mente están registrados nuestros principales defectos y virtudes, es allí donde en realidad nos encontramos como individuos particulares y únicos. Esta asimila todo lo que vemos, tocamos, olemos y saboreamos. Todos nuestros sentidos le dan información diariamente, hora tras hora, minuto tras minuto. Cada instante descubrimos cosas que siempre han estado ahí, pero que nunca quisimos ver. Nos aterra el hecho de vernos reflejados en el mundo que inventamos. Sin embargo, sigue siendo obra nuestra. Esta es la realidad que estamos construyendo. Una construcción a costa de muchas destrucciones.

Percibir la locura es algo que no deseamos, porque cuando estamos cerca de ella nos hace sentir frágiles en todo el sentido de la palabra. Es en ese momento donde comprendemos que siempre está presente, que siempre nos acompaña, que nos rodea, que esta incrustada en nuestro ser. Sentirla cerca, olerla, poder llegar incluso a degustarla, no es algo que queramos experimentar. Nos negamos a ver las cosas tal y como son, nos inventamos mundos fantásticos y absurdos para no estar ante ella. No nos gusta vernos inmunes ni en peligro. Pero, no el peligro relacionado con el dolor o la agonía física, un peligro mucho menos controlable. El mental. Es ahí cuando en realidad realmente nos convertimos en seres indefensos, ya que no sabemos cuándo, como, ni donde la mente nos pueda jugar una mala pasada. No sabemos si un recuerdo o una experiencia puedan llegar a marcarnos de tal manera que la mente como mecanismo de defensa decida desconectarse para no vivirlos más. Porque recordar es vivir y muchas veces quisiéremos olvidar, pero estamos atados a un presente y un pasado del que no podemos escapar.

jueves, 23 de septiembre de 2010